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Buenos Aires - Lo que dé , 19 de enero de 2011


15.3.11

52 días de viaje, Machupicchu guachu

Si se mira con atención se ve que la guacha le sonríe a la cámara

    Como todo lo relacionado a Machupicchu tiene, a nivel global, la clásica estampa del casco urbano incaico con el Waynapicchu detrás, decidimos abrir esta nueva entrada con la imagen de este espléndido camélido andino, la llama.

     De todas formas, este último recorrido trazado durante la última semana no comienza precisamente en MP (para no repetir tantas veces "Machupicchu" y hacer que la palabra Machupicchu no suene tan cacofónica la próxima vez que diga Machupicchu), sino que empieza el pasado viernes 11 de marzo a las 7 de la mañana en la ciudad de Cuzco; cuando fuimos recogidos para emprender el arduo viaje hasta el pueblo perdido de los incas.

      El primer día constó de 2 horas de bicicleta y algo más de caminata bajo una copiosa lluvia hasta el pueblo de Santa María. Un garrón, todavía algunas prendas se están secando. Además esa noche tuvo lugar una avasallante invasión de insectos selváticos en la pieza del alojamiento. Dos muy raros, voladores y gigantes, que apodamos "ojotas voladoras" y una inmensa mariposa que abarcaba el tamaño de una revista viva abierta en la página central. Gracias al coraje y la pericia de Federico "el enemigo de los artrópodos" Cuesta, pudimos dormir en relativa calma.

Por ahi iban los Inkas a comprar cigarros, unas birritas o el Olé del lunes
    
    El día siguiente comprendía una férrea prueba de resistencia física (9 horas de caminata). La recompensa era un imponente paisaje del sistema montañoso que lleva a MP y un tramo de la caminata sobre un antiguo camino Inca (imagen superior). Y no sólo eso, esta etapa también sirvió para que Cuesta perfeccionara su veta artística estampando motivos pre incaicos en el insolado rostro de Santiago "Portero Eléctrico" Gonella.

     Al caer el sol, encontrábamosnos en la localidad de Santa Teresa, famosa por sus tartas de maracuyá y la harina de mandioca. Lavamos algo de ropa sucia, que siguió húmeda pero limpia, comimos algo, cenamos y aguardamos la penúltima jornada de travesía antes de acceder al magnánimo centro arqueológico de la república peruana.

     También aprovechamos para manguear un par de cítricos.
     Finalmente, caminando como peregrinos a Luján, para el domingo al atardecer habíamos alcanzado Aguascalientes, que paradójicamente contaba con Aguasfrias en sus baños de hotel.

     Es una semi ciudad ubicada a pies del mismísimo MP, vive pura y exclusivamente del turismo y tiene un río quilombero que hace de dormir una pericia irrealizable.

     Tras comer unas pastas (a las 19.15, nuevo récord de cena), nos dispusimos a descansar para lo que nos esperaba al día siguiente: a las 4 de la matina, comenzábamos a subir al Machu, pichu.

Ahora sí, la foto careta
  Después de algo más de 1 hora de subida, alcanzamos la mal denominada "ciudad perdida". No tiene mucho sentido tratar de describir mediante palabras todo lo que provoca estar ahí. Imponente, maravilloso, impactante... todo queda chico para definir la ciudad y los alrededores. Lo que si puede denominarse como jodidademente cansador es recorrer todo esto. Pero vale la pena con creces.

    En resumen, caminamos aproximadamente 20 horas para llegar al Machu. Más 2 de bicicleta. Más todo lo que caminamos una vez allí (desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde).

   Desandamos el camino de vuelta a Aguascalientes, recogimos los trapos sucios que habíamos dejado en el hostell, nos dirigimos a la estación de trenes y esperamos la vuelta. 3 horas más tarde estábamos ya en Oyantaitambo, donde nos esperaba Pedro (de Pedrobus) para llevarnos hasta la Plaza de Armas de Cuzco.
    
     Llegamos, salió un Mc, nos clavamos 4 dobles cuartos de libra (osea 2 libras de carne) y nos fuimos a dormir.

   Al momento de escribir estas líneas, la lluvia es protagonista excluyente. Ni da ir a un museo así, por lo que estamos en nuestras respectivas habitaciones mirando la tele, palmando una siesta, actualizando el blog o sintetizando heroína en uno de los baños.

   Mañana, último día en Cuzco, nos encargaremos de retratar para la posteridad la infinidad de hermosas postales que se ofrecen en cada esquina.

   Para despedirnos, una prueba empírica del encantamiento de animales mediante el arte musical.





2 comentarios:

  1. dos palabras chicos: im-presionante! jajajaja

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  2. grande fede estoy recontento de que puedan haber realizado este viaje. y creo que nunca te lo vas a olvidar. estas muy flaco. un abrazo y hasta la victoria siempre!!!!

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